lunes, mayo 16, 2005

Catherine

"Aquella noche, en el hotel; nuestra habitación, el largo corredor vacío, nuestros zapatos detrás de la puerta, una gruesa alfombra en el suelo de la habitación; fuera, la lluvia contra los cristales y en la habitación, una bonita luz, agradable y dulce. Luego la luz apagada y la voluptuosidad de la finura de las sábanas y de la cama confortable. Sentirse en su casa; no sentirse solo; despertarse en medio de la noche y encontrarla al lado, que no se ha marchado. Todo lo demás parecía irreal."

Adiós a la Armas. Ernest Hemingway.

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(Terminé de leerlo, lenguaje muy sencillo, en que se le trata de robar a la Primera Gran Guerra un poco de amor. Pero ese sabor agridulce del final solo se pudo quitar con un vaso de vino tinto).