viernes, marzo 24, 2006

Pablo Lucio habla en viernes.

La Mayoría Dominada.

La democracia (como sistema político) y la libertad (como forma de vida) son organizaciones de la vida colectiva exigentes. Porque implican responsabilidad y la aceptación de límites a nuestras actitudes ancestrales. Debemos aprender a dialogar, a escuchar, a compartir. Aceptar que no podemos imponer puntos de vista y que la fuerza dejó de ser la solución a los conflictos. Pero lo que intentamos echar por la ventana vuelve por la puerta, bajo la forma de la opresión por parte de las minorías. Ser diferente se convierte en un pasaporte para el abuso. Todo se justifica por milenarias opresiones, ligadas a (milenarias) incomprensiones.

Alguien comete el error, cierto, pero error al fin, de publicar una caricatura del profeta Mahoma (hombre grande de la historia y la Historia, que no pierde su sitial por una caricatura), y el mundo se incendia. Centenares de muertos. Pero esas muertes no son absurdas. Absurdo es Occidente que no entiende la esencia de sociedades aun religiosas (cuya religiosidad da envidia ciertamente) y que han sido relegadas y mancilladas. Pero si usted insulta a la religión católica, si Cristo desde siempre aparece caricaturizado divertida o irreverentemente, si aparecen en primera página de los periódicos acusaciones tremebundas sobre actos secundarios, nadie puede reclamar. Para unos la sociedad exige el deber del aguante, para otros el derecho a la intolerancia.

Los indígenas han vivido siglos de opresión. No hay duda y es condenable. Debemos dar todos los pasos para reponer esas oportunidades perdidas y esos derechos vejados. Pero no es el bloqueo del país la manera de alcanzarlo. ¿Están en contra del TLC? Es su derecho aunque en muchos casos sea el resultado de la desinformación y la manipulación de hábiles dirigentes. Pero en el respeto a los derechos de los demás, porque ese es el largo camino que la sociedad ha recorrido en siglos de libertad (limitada) y democracia (limitada). Y no puede haber justificación alguna a estos abusos. Ni la triste historia de humillaciones. Ni el ser minoría. Ni los ponchos, ni la alpargata. Nada. ¿Están en contra del TLC? Busquen los espacios para transmitir sus mensajes. Supuestamente no los tienen y los buscan en el asfalto y la piedra. Es una enorme mentira. Hay cantidades de emisoras, televisoras, ONG, universidades, editoriales, que han abierto el espacio a los opositores al TLC. Pueden hablar, informar, difundir e intentar convencer. Si no lo logran, no pueden ir más lejos, ese es el precio de una sociedad abierta.

No por ser dirigentes indígenas tienen el derecho al insulto fácil. Es tan común ver cómo en las entrevistas televisivas (a las que tienen mucho acceso) tratar a los demás de “mentirosos, vende patrias o más”, sin nunca ser frenados o reprendidos (como otros sí lo son). A no contestar las preguntas directas cuando son interrogados. Ser tratados como los demás, y tratar a los otros como a uno mismo, es el precio que deben pagar para ser realmente respetados. Los demás no tenemos por qué aguantar tanto abuso. ¡Es hora de rebelarse, mayorías! ¿Cómo?

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El Universo. Pablo Lucio Paredes. Viernes 24 de Marzo de 2006.