Walter Spurrier Baquerizo para Diario El Comercio.
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En pocas ocasiones el electorado ha tenido la opción de escoger para Presidente de la República entre proponentes de políticas económicas tan contrapuestas.
Álvaro Noboa se ha autoproclamado liberal, y se inspira en el Presidente Reagan. Su estrategia se basa en poner un freno al crecimiento del tamaño del Estado, y a su tendencia a incrementar su participación en la economía.
El punto central para ello es la reducción de impuestos, que Noboa ve particularmente a través del impuesto a la renta, el que bajaría al 10%. El Estado, al carecer de suficientes fuentes de ingresos, y con poca capacidad de recurrir a los mercados internacionales para financiamiento, tendería a retirarse de su intervención en tantos sectores de la economía.
Rafael Correa, en cambio, se califica de humanista cristiano, que en nuestro criterio se traduce en una política económica inspirada en la teología de la liberación. Aboga por una mayor participación del Estado en la economía, por considerar que el mercado no es justo con los más necesitados. En cuanto al impuesto a la renta, plantea hacerlo más progresivo para que quienes tienen mayores ingresos tributen más; al reducir los ingresos de los que más ganan, contribuir a una mayor equidad económica.
Esta diferencia de criterios es particularmente contrastante en el sector petrolero. Noboa parte de que el Ecuador tiene un buen potencial petrolero, y un bien de capital valioso constituido por dos oleoductos que atraviesan los Andes y llegan a la Costa.
Dado el buen precio del petróleo, sostiene, lo lógico es que aumente la producción al caudal que permiten los oleoductos, trayendo gran cantidad de nuevos ingresos al país, con base en este recurso natural, que bajo tierra no aporta nada. Y como el Fisco recibirá ese dinero, más razón para la reducción de impuestos. Esta fuerte expansión petrolera estaría en manos de empresas privadas.
Correa más bien se concentraría en obtener la máxima rentabilidad para el Estado por barril de crudo: sería de esperar un enfrentamiento con las empresas petroleras privadas. Se trata de un recurso no renovable, y si el país se acostumbra a depender del precio del petróleo, se vuelve ‘ocioso’, descuidando otras fuentes de exportación que generan más empleo; y por último, esta extracción de productos naturales tiene un impacto negativo en lo ambiental, y en la preservación de las culturas amazónicas. En cuanto al TLC con EE.UU., Noboa está a favor, Correa en contra.
En términos generales, Noboa daría mayores facilidades a los inversionistas privados; Correa pondría en vigencia una política industrial proactiva, en que el Estado participaría más directamente en escoger ganadores y perdedores, en función de lo que estima es el impacto social.
Bajo Noboa la economía se abriría más, y bajo Correa, más bien tendería a cerrarse.
En lo que ambos coinciden es en abandonar el criterio exclusivamente fiscalista del Estado: hay que recurrir a los mecanismos que permite la OMC para fomentar las exportaciones, y reducir impuestos a las importaciones de insumos y bienes de capital, que desalientan la inversión y por tanto el empleo. Que el soberano escoja.
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Hace 8 años.
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